In Eggleston we trust
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19 julio 2007
Pues yo también... pongo un bicho.
Hace poco un amigo celebraba haber conseguido poner entre cuatro esquinas a un bichete. La cosa, evidentemente, tenía su mérito dada la conocida animadversión que a este género tiene el susodicho.
Bueno, yo tampoco he tenido nunca especial preocupación por transformar en fotos bichetes de diverso orden. Mis razones, más que de desagrado contra estas criaturas de Dios venían dadas por el desagrado de todo lo que conllevaba capturarlas para la cámara: posturas forzadas, arrastramientos por matojos pinchosos, posibilidad de ser picado por el protagonista o un primo suyo...
Pero... aquí la oportunidad fue inmejorable. Se estaba quietecita, en un sitio limpio, con lucecita de la buena... Dios (supongo) me lo puso a punto de caramelo.
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